viernes, 15 de abril de 2011

Exilio urbano

Caminante sin rumbo por la ciudad que se dispone a ir allá a donde le lleven sus pasos. No importa el destino, sólo el trayecto. Sigue caminando, intentando contemplar el paisaje como si nunca antes hubiera andado por aquellas calles; se fija en cada detalle que ve intentando evadirse de los pensamientos que perturban su paz y le atormentan. Intenta crear ilusiones de la nada, con cada paso, con cada mirada o palabra que pronuncia para sí mismo intentando archivar los recuerdos de un "maravilloso viaje". 
Pero, de repente, a mitad de la madrugada, se da cuenta de que no hay nada más que soledad; de que se encuentra solo en medio de aquel barullo de personas que, como él, van y vienen, se mueven de un lado a otro sin pararse a pensar en aquel a quien tienen al lado. Sé da cuenta de que no quiere ser como ellos, de que no quiere ser un mero espectador del mundo que le rodea, quiere participar de él, mezclarse con la gente, crear vida en vez de ilusiones. Vivir en vez de sobrevivir.

Y tan sólo unos instantes después, las palabras de decadencia:  


Viví, sufrí y amé, vale y ¿ahora qué?

¿Cómo se soluciona esto?