Acerca de mí

El siroco había ido ganando intensidad y llegaba a golpes de fuerza 8. La mar había perdido el destello de la tarde; tenía un color mucho más oscuro, casi amenazador; y el cielo empezaba a mostrar una neblina que lo enturbiaba todo. La navegación comenzó a hacerse cada vez más difícil. Mi velero ya casi no ganaba camino contra el viento. Intenté colocar la embarcación de tal forma que la proa quedase enfrentada al viento para no recibir así demasiada energía de las olas. Pero mi barco no pudo resistir la fuerza de la mar y fue empujado por barlovento recibiendo los flancos todo el impacto de una gran ola. De repente, me encontré sola en medio del mar. Mi velero se había hundido. Era una náufraga.