Puedo quedarme en casa, oyendo el sonido de la lluvia mientras leo absorta una novela de Anne Rice y luego ir a por mi bloc y escribir quizás un soneto o una silva. O tal vez echarme en el sofá, taparme con la manta y escuchar un CD de Cradle of Filth. O puedo coger mi paraguas rojo y pasear por la ciudad. Quizás entrar en alguna cafetería en busca de un chocolate caliente y pasar allí la tarde junto a la ventana observando las gotas de lluvia danzar en el cristal. Y luego volver a casa, darme un baño caliente, ponerme el pijama y dormir tranquila toda la noche. O tal vez llamarte e invitarte a casa. Esperar impaciente tu llegada con mi mejor lencería y abrazarte cuando entres por la puerta. Acariciar tus mejillas, tu cuello, tu espalda. Dejar que mis dedos se enreden en tu cabello. Recorrer tu cuerpo con mis labios y pedirte que te quedes esta noche. Y, al alba, pensar, mientras te observo dormir, que has sido mi mejor elección y mirarte y sonreír. O puedo recordar que ya no sabes quererme y gritarte que te marches y cerrar de una patada la puerta.
Un relato muy característico y personal. Me ha gustado mucho cómo has descrito todo para darle un buen contexto y el final metiéndole realidad cruda al asunto...
ResponderEliminarEsperaré a ver las guaridas del hada renovadas!
Cuídate Alma!
preciiisiiooso. Te sigo y besos.
ResponderEliminarMuy bueno ;)
ResponderEliminarO puedes pasar por el blog de Maese y pasar un buen rato leyendo sus idas de hoya.
ResponderEliminarO llamarle y hablar con él cuando te sientas mal.
Sea como sea, lo que siempre debes hacer, es saber que Maese siempre estará ahí.
me sentí identificada :/
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